La Humanidad se verá abocada a su extinción como especie en un plazo de 50 años si no empieza ya hoy a poner en marcha las iniciativas necesarias para impedirlo. Así de categórico se mostró Jeremy Rifkin, fundador de la Foundation on Economic Trends, en la sesión plenaria que el Smart City World Congress ha dedicado a la sostenibilidad energética de las ciudades. Del papel de estas ciudades como impulsoras de la conversión de cada edificio en un nodo de una «Internet global de la energía» depende precisamente, según Rifkin, el futuro del planeta.
«Necesitamos en el ámbito energético el mismo tipo de revolución que los ordenadores personales e Internet han supuesto durante los últimos años en el terreno de la comunicación y del conocimiento compartido».
Jeremy Rifkin, creador de la teoría de la Tercera Revolución Industrial, abogó por un cambio de mentalidad que nos lleve a un sistema energético que, como Internet, esté basado en una multitud de nodos conectados con capacidad de producción y de distribución.
Para Rifkin la actual crisis no es fundamentalmente una crisis económica. Se trata más bien de una crisis nacida del agotamiento del modelo de consumo energético mantenido durante el último siglo y medio. Por eso, para el fundador de la Foundation on Economic Trends, las respuestas de carácter financiero que intentan implementar los principales líderes del mundo no van a suponer en el mejor de los casos más que soluciones a corto plazo.
Una misión difícil pero no imposible
Es por ello que Rifkin defiende un plan para poner en marcha la que llama tercera revolución industrial, un plan que no sólo considera ecológico sino fundamentalmente económico. «La Tercera Revolución Industria supone la oportunidad de la creación de miles de empresas y millones de nuevos puestos de trabajo», anunció.
Para Rifkin ya existen las tecnologías necesarias para convertir esta visión en realidad. Los edificios y las viviendas pueden construirse hoy de manera que no sólo sean autosuficientes sino que puedan incluso introducir electricidad sobrante en la red. Los actuales problemas para el almacenamiento de la energía podrán ser superados gracias al hidrógeno. Los avances en las tecnologías de la información permiten el grado de conectividad inteligente necesaria entre los diferentes componentes del sistema. El planeta genera la suficiente energía renovable como para satisfacer las necesidades de toda la Humanidad.
Rifkin consideró que la misión es dura, pero no es imposible. «Viendo las infraestructuras que se ha sido capaz de construir durante los últimos 50 años de la actual revolución industrial, no veo porqué no podemos ser capaces de poner en funcionamiento la necesaria nueva revolución en menos tiempo», declaró.
¿Estamos en el camino correcto para materializar la visión de Jeremy Rifkin? ¿Potencian las ciudades inteligentes en una mejor gestión de la energía? «Inteligente es un adjetivo que no es necesariamente positivo. Si ponemos inteligencia a las cosas equivocadas no ganamos nada con ello» declaró Michael Braungart, profesor en la Universidad Erasmus de Rótterdam, quien habló como Rifkin de una nueva revolución industrial, aunque más directamente vinculada al diseño y concepción de los productos que a la energía.
La solución: imitar a la naturaleza
Braungart es uno de los principales impulsores de «Cradle to cradle» (de la cuna a la cuna), una revolucionaria nueva forma de interpretar el ecologismo que propone un cambio radical de enfoque y de concepción de la sostenibilidad. Para los seguidores de esta idea no se trata tanto de minimizar los daños provocados al medioambiente sino de no provocar daño alguno. La solución: imitar a la naturaleza a la hora de diseñar nuestras viviendas o los productos que utilizamos diariamente.
«La naturaleza no piensa en términos de 0 emisiones ni genera desechos inútiles», recordó Braungart, para quien el papel de las ciudades en este ámbito debería consistir en reinventarse con el objetivo de «pasar de querer ser ciudades menos malas a querer ser directamente ciudades buenas para su medio ambiente».
Visiones más «terrenales»
Enric Ruíz-Geli, Gerente de Cloud 9, mostró algunos ejemplos de lo que la arquitectura puede ofrecer hoy en esa dirección: inmuebles capaces de protegerse del calor exterior creando una «segunda piel» cuando se alcanza una determinada temperatura o edificios «brillantes», con capacidad de que sus pareces iluminen las calles que los rodean. Junto a estas visiones tan disruptivas quedaron para el resto de ponentes las presentaciones de proyectos más «terrenales».
Tetsuya Nakajima, director de la oficina de Cambio Climático del Ayuntamiento de Yokohama, contó cómo desde el gobierno de su ciudad se persigue el objetivo de reducir las emisiones de CO2 generadas en su municipio.
Por su parte, los representantes de empresas como AGBAR, FCC, o Ferrovial expusieron cómo entienden sus respectivas compañías la idea de Smart City respecto al ámbito energético y qué servicios están ofreciendo ya hoy en esta dirección. Una concepción que, en general, pasa en estas visiones por una mejor gestión de las redes de distribución y por una mayor participación del ciudadano y consumidor final.
Fuente: http://www.smartcityexpo.com